Se dice que de cierto modo toda aquella persona que se cruza por nuestra vida funge como “maestro” y así mismo tenemos el mismo papel para con los demás.
Incluso hablando de esos momentos un tanto amargos, decepcionantes, molestos o tristes, lejos de ser maldiciones se tratan de grandes enseñanzas, momentos necesarios para nuestro aprendizaje y crecimiento, por supuesto hay que estar alerta de ello, ya mencionado aquí el “no hay personas malas” tampoco maldiciones, son solo mensajeros.
Quien decía que no existen las maldiciones, que son en realidad bendiciones disfrazadas.
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